Como el hijo prodigo: De regreso a la casa del Padre

 


Son muchas las bendiciones que hay en la casa de nuestro Padre Celestial, y nosotros careciendo de ellas como si fuéramos huérfanos. Tenemos que reconocer que tenemos un Padre, y que Él es el dueño de todo y creador de todo. Si entendemos esto y tomamos la posición de hijos de Dios, vamos a recibir todas las bendiciones que Él tiene para nosotros.


Tenemos que dejar de vagar por el mundo alejados de la casa del Padre, porque fuera de Él solo vamos conseguir destrucción y muerte. El hijo pródigo se llenó de orgullo y salió de casa del Padre, y todo le salió muy diferente a como él creía, llegó tan bajo que deseaba comer la comida de los cerdos, hasta que tuvo que volver en sí y reconocer el error que había cometido.


Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!

Lucas 15:17


El reconoció que estaba perdido apartado de su Padre, y que debía regresar para recibir las bendiciones que el Padre tenía para él. Así tenemos que hacer nosotros, volver en sí, reconocer que tenemos un padre que es Todopoderoso y que nos espera con los brazos abiertos.


En Dios hay abundancia de pan, y nosotros pereciendo de necesidad por andar alejados de Él. Porque es en la casa del Padre que hay abundancia, no viviendo perdidamente en la vanidad del mundo. Los que estaban en la casa, aun como jornaleros, tenían abundancia, pero el hijo carecía de pan por estar alejado del Padre.


¿De cuántas cosas tenemos necesidad? Vamos a nombrar cada una de ellas y vamos a ir donde Dios con ellas, entendiendo como el hijo pródigo, que El Padre tiene abundante lo que a  nosotros nos falta, y que al regresar a Él nos abrazara y nos dará todo lo que necesitamos. 


Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.


Lucas 15:18-20




Pero como el hijo pródigo, tenemos que reconocer nuestros fallos y errores y arrepentirnos de ellos, e ir al Padre entendiendo que apartarnos de Él no fue la mejor decisión, todo lo contrario, que alejarnos de la casa del Padre fue el peor error que hemos cometido. Si lo reconocemos y vamos a Dios arrepentidos, Él nos recibe y nos perdona,  y nos pone vestiduras nuevas.


Dios quita de nosotros todo manto de inmundicia, y nos pone el manto divino de su reino cuando regresamos a Él. Es por eso que debemos levantarnos y volver a Él, no seguir vagando perdidamente como huérfanos, sino correr a la casa del Padre como hijos suyos que somos.


 Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.

Lucas 15:22-24


Cuando dejamos el camino que nos aleja de Dios y nos volvemos a Él, el Padre nos viste con vestiduras celestiales, Él nos honra y nos da firmeza. El Padre quita de nosotros toda inmundicia, y nos convierte en nuevas criaturas en su presencia.


Tenemos que tomar esa decisión como el hijo pródigo, volver a la casa del Padre arrepentido, para volver a vivir, y disfrutar de la abundancia de su reino. No seguir perdidos en la vanidad del mundo, careciendo de lo que hay abundantemente en la casa del Padre Celestial, sino volver en sí, que significa reconocer nuestra condición, y levantarnos para volver a la presencia de Dios. 


Al llegar a la presencia de nuestro Padre Celestial, vamos a recuperar nuestra identidad de hijo, y asimismo los privilegios del reino que habíamos perdido. Disfrutaremos del banquete de su presencia, eliminando toda escasez y toda inmundicia de nuestras vidas, porque hemos decidido regresar al Padre y no vivir más alejados de Él.



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