No hay derrota para los que confían

 


No hay derrota para los hijos de Dios.


A veces estamos pasando por momentos difíciles, de tal forma, que creemos que ya estamos derrotados, pero no es así, solo hay uno derrotado y es satanás. Jesús lo derrotó en la cruz del calvario, únicamente tenemos que por la fe en la palabra de Dios, apoderarnos de lo que nos pertenece, y que podemos hacerlo nuestro de nuevo por medio del sacrificio de Jesús en la cruz. 


Todo aquello que satanás nos había arrebatado en el principio con la caída del hombre nos fue devuelto por la fe en Cristo Jesús. Pero a veces, no nos apoderamos de lo que es nuestro, sino que tomamos lo que no nos pertenece. ¿Qué no nos pertenece? Todo aquello por lo que Jesús pagó.


1 Juan 5-4

Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.

Ya estamos limpios por el sacrificio de Jesús, quien le quitó toda autoridad sobre nosotros a satanás, y lo derrotó. Satanás es el único derrotado. No importa cómo se están presentando los acontecimientos, no podemos aceptar derrota en nuestras vidas; esté como esté el panorama, no hay derrota para los hijos de Dios. Juan  dijo: “todo aquel que sea hijo de Dios vence al mundo”, así que no aceptes la derrota, porque es del diablo. La derrota no te pertenece, no la aceptes.

Frente a las amenazas del enemigo, debemos tener actitudes firmes en la palabra, independientemente de lo que él pueda decir, es necesario mantenernos firmes en la palabra. Satanás siempre te va a querer decir que estás derrotado, pero no puedes creerle: tienes que creer en la palabra de Dios y nunca creerte derrotado.


1 Samuel 17-37

Añadió David: Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y Jehová esté contigo.

A pesar de lo que decía este filisteo, David se mantenía firme en la palabra, y en lo que Dios había hecho con él. Y aunque todo el pueblo estaba intimidado por este hombre, este siervo del Señor no se dejó intimidar por las musarañas del filisteo, porque sabía él que no había derrota para los hijos, y así le contestó a Saúl: “como Dios me libró del oso y del león, también me librará ahora”.


Cuando el enemigo te escucha hablar así, automáticamente se debilita, porque su fuerza está en tu debilidad. Cuando ve que no te dejas enredar por sus musarañas, pierde fuerza y reconoce su derrota.

No hay derrota para los que confían: el fuego no lo puede quemar, pues ni el mismo infierno los puede tocar.

Daniel 3-27

Y se juntaron los sátrapas, los gobernadores, los capitanes y los consejeros del rey, para mirar a estos varones, cómo el fuego no había tenido poder alguno sobre sus cuerpos, ni aun el cabello de sus cabezas se había quemado; sus ropas estaban intactas, y ni siquiera olor de fuego tenían.

El fuego no tuvo poder sobre el cuerpo de estos jóvenes porque el Todopoderoso estaba con ellos. No hay mayor poder que el de Dios, y toda fuerza queda sin efecto frente a la gracia de Él. El enemigo, siempre quedará en vergüenza con los que le creen a Dios; siempre quedará en derrota.

Y todo esto se hace visible a los que no creen, a los que dudan y son objeto del enemigo para detenerte. Ellos verán tu victoria, tienen que ver con sus propios ojos cómo Dios se levanta en tu defensa, y anula las fuerzas humanas. Y verán como quedan aplastadas las órdenes, reglas, y leyes de la tierra delante del poder supremo del rey de gloria, que es Dios tu defensor.

Daniel 3-22/26

Y como la orden del rey era apremiante, y lo habían calentado mucho, la llama del fuego mató a aquellos que habían alzado a Sadrac, Mesac y Abed-nego. Y estos tres varones, Sadrac, Mesac y Abed-nego, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiendo. Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y se levantó apresuradamente y dijo a los de su consejo: ¿No echaron a tres varones atados dentro del fuego? Ellos respondieron al rey: Es verdad, oh rey.

Y él dijo: He aquí yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante a hijo de los dioses. Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiendo, y dijo: Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Dios Altísimo, salid y venid. Entonces Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron de en medio del fuego.


No importa a qué te haya sentenciado el mundo, Dios tiene la sentencia final. Así pasó con estos jóvenes: el rey quería salir de ellos lo más rápido posible, ya que estaba muy enojado con ellos por no obedecer su orden. Por tal razón, mandó a calentar el horno más de lo acostumbrado para allí echarlos, tanto así, que quienes los echaron murieron inmediatamente.

Pero lo que él nunca se imaginó, fue que los cubiertos de gloria iban a caminar entre las llamas junto con el Todopoderoso, sin que las llamas les afectarán en absoluto. Mientras el rey los consideraba muertos, ellos se paseaban en el horno, protegidos por la gracia de Dios. Porque, para su asombro, el Rey de gloria había descendido a acompañar a sus fieles y a librarlos de sus manos.

El rey, que quería que todo fuera tan de prisa, dio sus órdenes para eliminarlos por no obedecerle, pero quedó derrotado y en vergüenza, con sus órdenes anuladas por el Todopoderoso. Su horno, más caliente de lo acostumbrado, quedó sin efecto, y no pudo quemar a los adoradores del Rey de gloria, adoradores del Dios todopoderoso.

Así  muchos se asombrarán, y verán la realidad de Dios en tu vida. Muchos reconocerán el Dios Altísimo a través de ti. Muchos verán y se sorprenderán, cuando vean que no estás solo, y que en las dificultades, hay uno que desciende para estar contigo, para librarte del fuego destructor ocasionado por el enemigo. 

Reconocerán al Padre que te acompaña, cuando vean que no estás solo, y que además, te mueves en medio del fuego como si fuera nada y las llamas no te hacen daño. Muchos se sorprenderán y reconocerán a tu Dios y lo hará su Dios, después de ver lo que hizo contigo. 

El enemigo queda en vergüenza y derrotado, porque no hay derrota para los hijos de Dios que en Él confían. Porque todo aquel que sea hijo de Dios, vence al mundo, y nuestra fe nos ha dado la victoria sobre el mundo. 

Dios te bendiga, Dios te guarde pueblo amado del Señor.

 

 

 

 

 

 

Publicar un comentario

0 Comentarios